MANUEL CHRISTOPH HORN

 Arte Contemporáneo, Cultura Visual

Anarcofobia

 

julio, 08, 2013

La influencia, Dirección: Pedro Aguilera, 2007.

 

 

De alguna manera […] es propio de nuestra condición, de nuestra circunstancia epocal, el que sólo nos sea dado hablar un poco así: redoblando el referente directo de nuestro discurso con la oblicua evocación, en otro uso del lenguaje […], de una segunda significancia […].[1]

 

JOSÉ LUÍS BREA

 

Atendiendo a las teorías que postulan el fin del gran relato y el gradual tránsito hacia un plasma de información, en el que aparecen las narrativas quebradas y fragmentadas, nos encontramos ante dos bandos: los que celebran este hecho y aquellos que lo diagnostican como bancarrota civilizacional. En el primer bando, nos encontraremos sobre todo con dos virtudes realzadas consecuencia de este hecho. Unos, partiendo de la horizontalidad, encuentran en este plasma de información un lugar en el que las fronteras entre productor y consumidor se difuminan por vía tecnológica (como sería el caso de youtube, por ejemplo). Esto se debe a una paulatina democratización de los medios tecnológicos, la exclusividad de generar y difundir el relato, incluyendo el fílmico, que es el que aquí nos incumbe, ya no está al alcance de unos pocos. Otro aspecto sería ver en el espacio en blanco entre los fragmentos del relato a un espectador que tiene la libertad de introducir su propio significado como coparticipe en la articulación del discurso. El otro grupo ve la fragmentación en conjunción con una radical ilegibilidad como una práctica de resistencia. Pero este tipo de virtud cae en una contradicción: No deja de ser una estrategia estética homeopática, que devuelve al ámbito del consumo cultural la propia incapacidad de generar significado, dejando de lado el papel supuestamente esperado del productor cultural. Es en este punto en el que no acaba pudiendo ser puramente celebratorio concebir la quiebra de los grandes relatos en aquellos que usan esta estrategia: está fundada en una concepción negativa, la incapacidad de significar al moverse los fundamentos sobre los que tradicionalmente se construía el significado sobre arenas movedizas. De esta forma constatar esta incapacidad no deja de ser ambiguamente celebratorio de esta hecho, a la par que opuesto a la euforia al señalar a la quiebra cultural.

 

¿Pero qué pasa actualmente con el cine y como construye sus relatos? E igual más importante, siendo el cine un relato de punto de vista único por excelencia, ¿Será capaz de sobrevivir que uno de los pilares sobre el que descansaba se ha derrumbado?

 

Obviamente estas preguntas superan la capacidad de resolución de este texto, pero sí que puede ser interesante analizar la estructura narrativa de un caso para ver qué es lo que sucede actualmente en el cine y que paralelismo pueden haber con otros ámbitos artísticos (sobre todo artes plásticas), de los cuales parten estas teorías. Un caso excéntrico, tal y como lo argumentaremos a continuación, nos lo podemos encontrar en la película “La Influencia”[2] dirigida por Pedro Aguilera (2007).

 

Según Brea la figura por excelencia del barroco es la alegoría. En su reciente reaparición en el contexto de las prácticas artísticas traza una analogía con nuestra época y la anteriormente mencionada, acuñando la primera como neobarroca. Aun así insiste en que una de las diferencias fundamentales del barroco actual es que sus “curvas seguramente recorren trayectorias más parecidas a las siete singularidades thomianas que a los perfectos círculos newtonianos”[3]. Más adelante lo define como “una cierta generalizada forma –la inentusiasta, aquella en que el lenguaje se habita sin creencia, como lugar, al mismo tiempo, inevitable e insuficiente- de situarse el sujeto a partir de ella en ella”[4]. La crisis de una incapacidad de expresión endémica se reproduce pues desde los tardíos 80, análogamente a los discursos posmodernos, en las artes plásticas. Pero más allá del discurso masticado, para evitar el atragantamiento de un público poco exigente, hay otro cine en el que estos terremotos también se han hecho notar. Para enfrentarse a la contradictoria tarea de usar un lenguaje, el cinematográfico, en el momento posterior a su pérdida de fe en este, recursos como el fuera de campo cobran un nuevo deslizamiento de su significado. Siendo aquello que la voluntad quiere expresar permanentemente desterrado del signo, por incapacidad de adherir el significado adecuado, se abre la brecha entre ambos elementos, causando que la imagen exprese alejada del contenido definible, lo que gira de forma orbital, sin poder encontrar referente concreto alrededor de un centro gravitacional, que solo describe aquello que lo rodea por omisión.

 

Así pues la interpretación que propondremos al analizar la estructura narrativa de “La Influencia”, analizando aquello indefinible que queda más allá del signo y fuera de campo, es el contraplano de una representación de un segmento marginal de la sociedad que se reproduce derivando en barbarie. El vacío interior de este segmento social solamente se sacia mediante comida y consumo, siendo completamente ajeno a cualquier tipo de producción cultural no prefabricada y concebida para la masa. Que es pues aquello que queda desterrado de la imagen y aquello de lo que de contenido pretendemos llenar. La lectura que defenderemos aquí es que lo que queda más allá del límite de la imagen es el propio medio del cine. El producto de consumo podría ser un paralelismo de la industria cultural, aunque realmente lo que parece quedar más allá es una crisis del propio cine experimental que no reproduce los patrones. De esta forma podemos entender la película como una teoría de fuerzas foucoultiana, que describe desde el exterior el propio interior, exterior que es un público perdido y vacío que perece ante la necesidad de darle sentido a las cosas, siendo al mismo tiempo completamente incapaz. Al otro lado un cine que anuncia su propia muerte bajo el visionado de una escenografía postacopalíptica de una deriva humana en la que desde luego el sentido reflexivo de las cosas acaba quedando atrás y con ello la función social que este mismo cine pretendía desempeñar. En pocas palabras: Una quiebra en la significación derrumba las bases de toda narración.

 

Siguiendo esta misma lógica, también la estructura de la película se acaba desbordando (Esquema 1). Mientras que la primera parte de “La Influencia” está construida mediante secuencias que nos muestran la situación familiar a través de la responsable de la familia, la madre, nos encontramos frente a secuencias que abren y cierran diferentes aspectos de la vida familiar alrededor de un centro sobre el que giran de forma excéntrica e irregular.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esquema 1

 

 Ya anunciando su muerte desde la primera secuencia, vemos a la madre en relación con los medicamentos y la farmacia como primera secuencia de este tipo alrededor del tema de la salud. El segundo plano que se abre y se cierra corresponde a la economía familiar. En el momento en el que la desahucian de su negocio, la madre pierde toda la poca capacidad económica que tenía y toda estabilidad. El tercer tema que concluye después de la muerte de la madre es el concepto del hogar como lugar de seguridad, en el que la propia madre acaba atrapada y muriendo, mientras que sus hijos ponen sus vidas en peligro en el caos que generan en la casa. El último plano de este tipo, el que conecta con la sociedad, la educación de sus hijos, queda supeditado al ámbito económico, al no poder pagar la madre tiene que retirar a sus hijos del espacio educativo y de la socialización, iniciando de esta forma el climax de la película: una paradójica huida a la cima de una montaña como excursión familiar para disimular ante los hijos, en la que se mezclan promesas de libertad, de éxito y un aspecto prometedor de la naturaleza salvaje. Pero a partir de la muerte de la madre, que cierra la primera secuencia temática introducida por la farmacia, esta libertad, la naturaleza prometedora, se desencadenan de una forma devastadora en los hijos, que aunque viéndose estos valores cumplidos, en lugar de representar el ideal utópico de estos conceptos –que estarían asociados a la idea de éxito- se convierten en especímenes en proceso de regresión. Aquí, habiéndose cerrado y con este cierre desestructurado pilar por pilar de la influencia de la madre, llega la herencia que desborda toda estructura, tanto a nivel de contenido como a nivel de narración. Hay que remarcar aquí que esto que queda anunciado por la cima corresponde a un imaginario del hacer exitoso, así que la herencia desbordada que anuncia la anarcofobia (pérdida de la cultura=incursión de la barbarie), no es consecuencia de un fracaso, sino todo lo contrario. Los planos secuencia ya ni se abren, ni se cierran, sino que pasan a una estructura de una linealidad a la deriva, siempre el acto menos esperado por el sentido común, pero más inminente es lo que se nos muestra como pérdida de toda cultura.

 

Mientras que en la primera parte todas las secuencias que inician temáticas de la película giran de forma excéntrica e irregular alrededor del sueño de una naturaleza pura y de libertad, hablando de un continuo cotidiano expresado a través de la metonimia, en la segunda parte de esta misma película irrumpe el presente, un presente en el que estos anhelos se han visto cumplidos y son llevados al descarrilamiento total, en el que ya no hay estructura que los aborde, puesto que el propio tema se basa en la pérdida de toda estructura.

 

De esta forma la corrupción del código está presente tanto en el fuera de campo, desde el que se alude a la propia esencia del cine a través del público del consumo de masas, como en la estructura excéntrica que se acaba desbordando para volverse puro plasma inconexo. Como introdujimos en este texto, ambos elementos se corresponden a la idea neobarroca: La resistencia al propio desbordamiento del código a través de lo ilegible, o mejor dicho permanentemente re-legible, que comportan las fracturas estructurales y la distancia entre significado y significante. En el caso singular que nos traemos entre manos, lo que vemos es la propia destrucción paulatina de estas estructuras, visualizando una futura crisis cultural posterior. Así que respondiendo a la pregunta que formulamos al principio podemos decir que no todo cine cierra sus ojos frente a las polémicas de la posmodernidad y los efectos de estas para los relatos. También hay películas que se confrontan paralelamente al campo de las artes plásticas con estas temáticas, aportando de forma valiosa, otra visión de esta temática. Como en este caso que presenta ante nosotros una síntesis muy clara –y en ello erradica su interés- a la vez que compleja -debido al uso de los parámetros neobarrocos- entre el miedo a la barbarie y los deslizamientos del código a punto de lo indefinible.

 

[1] BREA, José Luís, Nuevas estrategias alegóricas, Madrid, tecnos, 1991,  p. 17.

 

[2] La influencia, (dir. Pedro AGUILERA, guión Pedro AGUILERA, produc. Jaime ROMANDÍA, Pedro AGUILERA, José María LARA, Carlos REYGADAS, mús. Thomas TALLIS, fotogr. Arnau VALLS COLOMER mont., Pedro AGUILERA, Javier GARCÍA DE LEÓN, direcc. art. Elsa MIRAPEIX, Macarena GARCÍA), España y México, 207, 95 min.

 

[3] BREA, op. cit., p. 9.

 

[4] Ibid., p. 10.